La enfermedad de las encías afecta a casi la mitad de los adultos mayores de 30 años y al 70% de los adultos mayores de 65 años. Sin embargo, esta afección no siempre muestra signos obvios, por lo que mucha gente no se da cuenta que lo tienen hasta que la enfermedad alcanza una etapa avanzada.

En cualquier caso, si la enfermedad de las encías no se detecta temprano, puede llevar a la pérdida de los dientes y aumentar el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.

Síntomas de la enfermedad de las encías

La primera etapa de esta enfermedad de es una inflamación de las encías conocida como gingivitis. Cuando las encías están inflamadas pueden estar rojas, brillantes e hinchadas, y pueden sangrar durante el cepillado o el uso del hilo dental.

La buena noticia es que una buena higiene oral y limpiezas regulares por parte del dentista pueden combatir eficazmente la enfermedad de las encías en su etapa temprana. Sin embargo, si la gingivitis no se trata, puede volverse más grave, dando lugar a periodontitis, una inflamación de las estructuras que mantienen los dientes en su lugar que incluye pérdida de hueso de soporte.

Los síntomas que delatan enfermedad de las encías son los siguientes:

  • las encías que son rojas, hinchadas, tiernas o brillantes
  • encías que sangran fácilmente al cepillarse o usar hilo dental
  • las encías que retroceden o se alejan de los dientes, haciendo que estos parezcan más largos
  • mal aliento o un mal sabor de boca que no desaparece
  • dientes sueltos o que no encajan de la manera en que solían hacerlo
  • pus alrededor de las encías

Si detectas alguno de estos síntomas, debes pedir cita rápidamente en tu dentista, especialmente si no has llevado en un control regular en los últimos años.

Los comienzos de la enfermedad de las encías

La enfermedad de las encías tiene comienza con microorganismos que son demasiado pequeños para verse a simple vista. No es necesario alarmarse: todos tenemos millones de bacterias en la boca. La mayoría de estas bacterias son beneficiosas, incluso necesarias. Ayudan a digerir los alimentos, mantienen nuestras encías saludables y repelen muchos microorganismos dañinos. Al igual que en otros sistemas del cuerpo, las bacterias ayudan a mantener el ecosistema de la boca en equilibrio. Solo una fracción de las bacterias que viven en la boca son dañinas, pero esta minoría puede causar graves estragos en nuestras encías y nuestra salud en general.

Algunas bacterias usan proteínas y otros componentes de la saliva para adherirse a la superficie de los dientes alrededor de la línea de las encías, formando biopelícula adhesiva que es más que una simple colección de células bacterianas individuales: es una comunidad de bacterias interconectadas que forma una estructura en forma de red. Si no se controlan, las biopelículas se convierten en sistemas de vida bien organizados con canales para transportar agua y nutrientes y eliminar los desechos. Además, las células que componen la biopelícula emiten sustancias químicas que avisan a otras células bacterianas para unirse a la colonia. La biopelícula adhesiva que se acumula en la boca en ausencia de una limpieza efectiva es lo que los dentistas llaman placa.

Eliminación de la placa

En sus primeras etapas, el cepillado puede evitar que la placa se acumule en las superficies de los dientes. El uso de hilo dental y/o cepillos interdentales pueden evitar que se forme placa entre los dientes. Pero la placa también se puede formar debajo de la línea de las encías, donde es difícil que llegue un cepillo de dientes y el hilo dental. A medida que la placa se extiende debajo de la línea de las encías, las bacterias de a biopelícula liberan toxinas. Es entonces cuando se produce una respuesta inmune del cuerpo, que entra en acción para luchar contra los invasores responsables. La combinación de toxinas de la placa y los químicos liberados como parte del mecanismo de defensa del cuerpo pueden comenzar a destruir el hueso y los tejidos blandos que sostienen los dientes.

Si la placa no se rompe con el cepillado y el uso del hilo dental, la biopelícula adhesiva, que incorpora los minerales presentes en la saliva, puede endurecerse y formar sarro o cálculos. En esta etapa, el simple cepillado dental no puede alterarlo.

La placa y el cálculo que se forman debajo de la línea de las encías ponen en riesgo el soporte óseo que asegura los dientes en su lugar. A medida que avanza la enfermedad, los dientes pueden aflojarse, se pueden formar abscesos y, en última instancia, pueden caerse los dientes. Aunque las revisiones y las limpiezas regulares pueden detener la enfermedad de las encías en su etapa temprana e incluso revertirla, una vez que se forma el cálculo, estos depósitos duros solo pueden eliminarse mediante procedimientos especiales de limpieza.

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